Este día invita a la acción. Uno de los temas a analizar es qué hacer con la basura que generamos y cómo la procesamos.
Hablemos de la basura
En la Argentina cada habitante produce 1,15 kilogramos de residuos sólidos urbanos por día, de acuerdo a cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Esto significa que cada dos segundos nuestro país genera una tonelada de basura. Menos del 10% de todo eso se recicla. En criollo, recuperar más y mejor es cada vez más necesario.
Existen 5.000 basurales a cielo abierto en todo el país. En Mendoza, el más grande se encuentra en El Borbollón, Las Heras. Los basurales a cielo abierto son sitios donde se disponen residuos sólidos indiscriminadamente, sin ningún tipo de control y con pocas medidas de protección ambiental. Aún más, generan gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono, y tienen un impacto negativo para la salud y la calidad de vida de las personas que viven cerca de estos lugares.
Como peronistas, entendemos a la cuestión ambiental como un eje central en la discusión de la justicia social, los derechos humanos, el modelo económico y la soberanía de nuestros bienes naturales. Por eso es importante abordar este tema de manera integral.
Toda acción cuenta
desde plantar un árbol, tratar de reducir el consumo de plástico o involucrarse en actividades de sensibilización sobre el cambio climático. Desde nuestros hogares se puede, por ejemplo, realizar separación en origen. Es decir, en el mismo momento en que se genera, clasificar los restos de lo que consumimos. Esto implicaría rescatar materiales que pueden recuperarse y aportar a un círculo virtuoso en la llamada economía circular, y además facilitar el trabajo de los cartoneros, que suele darse en condiciones precarias.
Pero también existen desechos a gran escala que producen las empresas. ¿Qué responsabilidad les cabe y cómo se podrían tratar estos materiales?
El proyecto Código de protección de las y los Consumidores y Usuarios de la Nación que presentó la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti incluye apartados que atienden temas ambientales. Entre otras ideas, propone crear el Sello de Responsabilidad Ambiental en las Relaciones de Consumo (RESARC) y el Sello Libre de Obsolescencia Programada (LOP) para incentivar la reducción de desechos y orientar en la decisión de compra de los y las consumidoras, con el objetivo del cuidado del ambiente. Se establecen así obligaciones de información, de generación y gestión de residuos, así como de reparación y garantía para distintos productos.
¿Qué pasa en Argentina y la región?
Nuestro país es sede de la Segunda Conferencia de las Partes (COP2) del primer acuerdo ambiental firmado por países de América Latina y el Caribe. Se trata del Acuerdo de Escazú, que habilita a los ciudadanos a solicitar información en asuntos ambientales a las autoridades competentes sin mencionar ningún motivo. Entre otros derechos, la ciudadanía también puede participar en los procesos de toma de decisiones vinculados a proyectos y actividades que puedan tener un impacto importante sobre el ambiente o la salud humana.
El debate es amplio y excede las fronteras de Argentina. Recientemente la vicepresidenta Cristina Fernández, desde Honduras, advirtió “cuando se instalan doctrinas neoliberales de supresión del Estado” (…) se pierde en “regulación para evitar la explotación irracional que impacta en el cambio climático y agrava la cuestión climática en todas partes”. Garantizar la soberanía sobre los bienes comunes naturales es parte de la discusión actual.
Más info
-En el mundo se generan más de 2000 millones de toneladas de desechos sólidos por año y se proyecta que, a partir del crecimiento poblacional y el desarrollo económico, este número aumente en un 70% en los próximos 30 años. (Dato del Banco Mundial)
-El 1 % más rico de la población mundial emite más gases de efecto invernadero que el 50 % más pobre.
-La demanda de recursos naturales es altísima y continúa aumentando; para comida, ropa, agua, vivienda e infraestructura. La extracción de recursos ha aumentado más del triple desde 1970, con un incremento del 45 % en el uso de combustibles fósiles.
